2009-01-15
Un ingeniero de Andoain, en las tripas de la Fórmula 1
En las tripas de la Fórmula 1
Un ingeniero de Andoain que ha trabajado en el equipo Toyota habla de su experiencia en la alta competición
Para los viejos aficionados a la Fórmula 1 el mundo se dividía entre los partidarios de Ayrton Senna y los defensores de Alain Prost. El primero representaba la pasión y el genio mientras que al francés se le asociaba con valores como el tesón o la perseverancia. En el viejo dilema que enfrentaba las pirotecnias de la genialidad al rendimiento sordo del trabajo y la constancia, el ingeniero Xabier Carrera Akutain (Andoain 1979) siempre lo tuvo claro:
«Sé que más de uno se puede extrañar porque Senna ha sido siempre el favorito de los aficionados pero yo era prostsista hasta la médula. El Profesor era mi gran ídolo a pesar de que para muchos era un piloto demasiado calculador».
La admiración de Carrera por el cuatro veces campeón del mundo no es casual. El joven ingeniero andoaindarra ha tenido oportunidad de comprobar de primera mano que en la Fórmula 1 los éxitos tienen más que ver con una rutina minuciosa y constante que con súbitos raptos de inspiración.
«La cuestión es sencilla», resume. «Se trata de arañar milisegundos y el que más milisegundos araña es el que gana».
Lo dice después de haber estado toda la temporada pasada haciendo pruebas con cajas de cambios para que los pilotos del equipo Toyota mejorasen sus tiempos.
«Es un trabajo muy intenso porque estás sometido a una presión brutal», reconoce Carrera. «Al acabar cada gran premio tienes dos semanas para obtener resultados y en ese mundo es imposible pedir que se amplíen los plazos porque te están esperando en el circuito y ahí no hay prórrogas».
Carrera se ha sentido siempre atraído por el mundo de las cuatro ruedas. Durante su etapa de estudiante de Ingeniería Industrial en la facultad donostiarra de Tecnum formó parte del grupo que puso en marcha un prototipo concebido para participar en pruebas de fuera de carretera. Era un vehículo muy básico -un chasis multitubular con un propulsor de moto- que le enseñó un principio fundamental de su trabajo: que muchas veces lo que se elabora en la mesa de diseño no funciona sobre el asfalto. Al terminar sus estudios entró a trabajar en la fábrica de amortiguadores que la empresa Monroe tiene en Bruselas. De ahí dio el salto a la F 1, un mundo que en términos profesionales representa el no va más pero que tiene también una gran dosis de inestabilidad por su carácter extremadamente competitivo.
«Trabajar en un equipo de Fórmula 1 -cuenta Carrera- es estar en lo más alto pero quema mucho. De hecho hay pocos ingenieros que duran más de dos años en ese mundo».
Jornadas maratonianas
Un equipo de F 1 es una estructura mastodóntica.
«En las carreras sólo se ve la punta del iceberg. El espectador se queda con las 40 o 50 personas que andan cerca de los coches en la pista o en los boxes pero en un equipo potente como Toyota trabajan cerca de un millar de profesionales».
La mayor parte de la labor del grupo queda fuera de los focos de las cámaras. Son jornadas de pruebas en circuito que pueden llegar a las 18 horas.
«El equipo tiene un departamento de carreras y otro que se encarga de las pruebas. Yo estaba encuadrado en este último como ingeniero de sistemas de control. Mi labor estaba centrada en las cajas de cambios y consistía en optimizar la electrónica para arañar unas milésimas. También era el responsable de los mandos del volante y me encargaba de comunicar por radio a los pilotos los programas informáticos que tenían que probar».
En una estructura tan sumamente especializada -hay ingenieros para las suspensiones, para los frenos, para el chasis, para la dirección...- es difícil tener una visión de conjunto.
«En la F-1 moderna la especialización es exhaustiva y eso tiene su parte buena y su parte mala. Lo que está claro es que al dedicarte en exclusiva a una parcela del coche no tienes una perspectiva de conjunto como puedes tenerla en vehículos que compiten en categorías menos exigentes».
El despliegue de medios del mundo de la alta competición automovilística -Toyota tiene oficiosamente un presupuesto anual de unos 300 millones de euros sólo en la F-1- toca a su fin. Honda ha dicho adiós a su equipo y en algunas otras escuderías se empieza a hablar de disminución de salarios y de reducción de personal.
«Con una crisis que está golpeando de lleno al mundo del automóvil el futuro es complicado», reconoce Carrera.
De momento él seguirá ligado a Toyota aunque en un nuevo departamento alejado del equipo de F-1.
«En febrero me incorporaré al centro de I+D de la empresa en Bruselas. En principio voy a trabajar en dinámica de coches como evaluador».
Atrás quedará una experiencia poco habitual en el currículo de los ingenieros
«La verdad es que en el mundo de la F-1 hay muy poca presencia de gente española. Se puede decir -sonríe- que donde más españoles hay es conduciendo los monoplazas»
DVtik hartua
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