Hoy en la prensa escrita he encontrado estos dos articulos.
Teniendo encuenta que uno ha estado de vacaciones en castañares de rioja,tiene hijos de esa edad y teniendo en cuenta lo que estan sufriendo estos padres...
Whisky con Cocacola
por miguel sánchez-ostiz
oca, mucha, ajena, propia... vergüenza. Se pasa por lo visto con un buen lamparillazo de whisky con Cocacola. El muerto al hoyo y el vivo al Audi. Es importante lo que va a suceder el miércoles próximo en un juzgado de La Rioja donde se va a celebrar la vista del juicio iniciado por la demanda de un conductor que mató a un chico de 17 años y reclama a los padres una indemnización millonaria. El conductor, Tomás Delgado Bartolomé, empresario o industrial no sabemos de qué, de algo poco claro por lo visto, cuando atropelló al mozo que iba en bicicleta pidió un whisky con Cocacola para pasar el susto, cosa rara porque el jebo está demostrando tener estómago para mucho más que para atropellar a un chico. No sabemos qué habría pedido para decidir demandar a los padres de la víctima. ¿Más whisky con Cocacola? No, probablemente lo hizo a palo seco, pues no en vano ha aparecido en televisión diciendo, con un cuajo de campeonato, que la víctima, el verdadero perjudicado, es él o poco menos. Un Audi es un Audi, sobre todo si un juzgado sobresee unas diligencias no del todo claras o cuando menos controvertidas: hay serias discrepancias sobre cómo sucedió exactamente el atropello, qué pasó con la prueba de alcoholemia, por qué se hizo hora y media después de ocurrido el accidente mortal, cómo es que le dieron el whisky con Cocacola que Don Cuajo pidió para calmarse tras matar al chico, quién lo hizo, quiénes estaban allí; y las hay acerca de la velocidad que llevaba el industrial y a la manera en que se levantó el atestado. Mientras unos aseguran que Don Cuajo iba a 113, otros a 160. Y hay circunstancias muy extrañas en cómo se llevaron a cabo las negociaciones de las aseguradoras. Los que tienen la sartén por el mango y aducen tiene usted todas las de perder le conviene esto o lo otro, suelen ser muy persuasivos. Un Audi vale más que una vida humana y no sólo por la indemnización recibida. Está visto que el coche contra el que, si hay que hacer caso a Don Cuajo, impactó el ciclista es un bien más protegible. Uno de esos casos de paradoja jurídica en los que el causante del daño mayor es el beneficiario de los hechos. No hay que olvidar que el conductor quedó libre de cargos. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Alguien protege a Delgado Bartolomé? ¿La Industria? ¿Qué Industria? ¿Cuáles son los antecedentes viales y no viales del industrial? Hará bien, como ha dicho, la fiscalía de Seguridad Vial en investigar todo lo sucedido desde el levantamiento del atestado y las deposiciones testificales, si las hubo, a la forma en que se hicieron éstas y los informes periciales, pasando por la instrucción de las diligencias penales. Se impone una información pública de todo lo sucedido. Éste es un caso que apesta. A impunidad y a irregularidades. La indefensión de los padres de la víctima, de la única que hay, es llamativa. Algo ha fallado desde el primer momento en la defensa jurídica de sus intereses. Causa estupor cómo se vive de enredar al prójimo. A estas alturas es más que necesaria una investigación de lo sucedido, un examen minucioso de todas las diligencias, paso a paso, para ver cómo, y gracias a qué, se ha llegado a una situación que a quien no ha frecuentado las covachuelas legales le resulta cuando menos inexplicable y no llegue a conclusión de que matar a una persona puede resultar un buen negocio y a que los asociales triunfan.
Escoria
por JORGE nAGORA
Me estaba metiendo entre pecho y espalda un buen plato de arroz cuando apareció en pantalla un hombre que se ha cavado su propia fosa, se ha echado la tierra y se ha rezado el responso. Su nombre: Tomás Delgado Bartolomé. Se me quedó el arroz parado a la altura del esternón y aún no se ha movido de ahí. Resulta que este hombre atropella a un chaval de 17 años yendo a más de 160 por hora –el atestado habla de 113, pero varios peritos lo niegan- y lo mata. El chaval iba en su bici y se saltó un stop. Voló 18 metros. A Delgado le hacen la alcoholemia hora y media después y da 0,15, cuando varios expertos hablan de que si se la hubieran hecho a su debido tiempo hubiese superado la tasa legal. Como en principio el error era del crío, el juzgado de instrucción valoró que no hubo “infracción criminal” y los abogados aconsejaron a los padres que no recurrieran, conformándose con los 33.000 euros que paga la aseguradora del coche. Y ahora Delgado reclama a la familia del chaval 20.000 euros por los desperfectos que sufrió el coche. Lo han leído bien. Lo vi hablando por la tele. Yo pensaba que Satanás era un invento de los curas, pero parece ser que no, que existe. El juicio es en Haro el próximo miércoles, aunque el propio Delgado ha comentado que no le “hace falta” el dinero, pero que “no tengo por que renunciar a él”. Te va a hacer falta, te va a hacer falta, ya lo creo. Para pirarte de aquí lo antes posible, no vaya a ser que a alguien se le vaya la olla y te meta los 20.000 euros en monedas por el evacuadero, eso con suerte. Pero, al margen de la existencia de esta basura humana que supongo que no tiene familia o amigos que le aconsejen, ¿alguien puede ir a Haro de mi parte y dar fuego al juzgado que admitió a trámite la denuncia de esta escoria?